Uno
de los objetivos en la formación de los chicos es que sean generosos, es decir,
que actúen en favor de otra persona desinteresadamente. Pero en los pequeños,
esta virtud está poco desarrollada y suelen actuar por otros motivos: por
agradar a la persona que aprecian o por conseguir una contraprestación. Es claro que resulta más fácil hacer un
favor a una persona que nos resulta simpática (un hermano, un amigo) que al que
nos cae mal. Este hecho se da especialmente en la adolescencia, en la que se
juzga a las personas sin matices: son buenas o malas, simpáticas o antipáticas.
Y los actos generosos se dirigen hacia los simpáticos y buenos. Pero esto no es
auténtica generosidad, porque no se actúa a favor del que lo necesita, sino a
favor del que me cae bien. Para educar
a los niños en esta virtud habrá que ir poco a poco, como por un plano
inclinado. Primero ser agradables a los simpáticos y luego, con esfuerzo, con
todos los demás. Si los padres aprueban los pequeños esfuerzos que hacen sus
hijos, les estarán motivando a seguir con estos actos generosos.
El
segundo motivo es ser generoso para conseguir una contraprestación. Esto se da
cuando un niño presta o regala una cosa que necesita un compañero, pero
sabiendo que otro día, cuando él necesite algo, el compañero tiene obligación
de contraprestar. Es como si dijera: me debes un favor. O te doy para que me
des. Esta conducta si se realiza de forma intencionada puede terminar en el
egoísmo.
Por
otra parte, el niño es egocéntrico, todo gira en torno de él. Pero los padres
pueden abrir nuevos horizontes descubriendo que hay otras personas que
necesitan algo que el chico les puede dar. Esto puede resultar más fácil si en
la familia se vive un ambiente de participación y servicio a los demás. Tanto
en las familias como en las escuelas es una práctica común establecer
“encargos” o tareas concretas en favor de los demás y con espíritu de servicio.
Para
seguir en este camino de formación, los padres o profesores pueden enseñar a
los chicos el valor de lo que poseen, ya sea dinero, objetos concretos o su
tiempo. Y en un segundo momento hacer descubrir las necesidades de los demás y
el valor de dar algo de lo suyo aunque cueste esfuerzo.
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